domingo, 2 de enero de 2011

Insulso

Que "todo es mentira" fue lo último que gritó aquella gélida madrugada tan pálida. Rotundo, rugió resquebrajándose la garganta hasta romper sus cuerdas vocales, refiriéndose a mentiras de todos colores y formas, mentiras transparentes y opacas, macizas y huecas, mentiras dulces que producen caries y mentiras antisépticas, mentiras que dan estabilidad y hasta de las que te hacen feliz.
Era mentira que hubiera posibilidad de no caer en los errores del pasado. Que se podía crecer sin los mismos huesos con que se sufrió ayer.
Las montañas del monte, vistas desde casa, cogían un perfecto azul cian que también era totalmente ilusorio. Y las oscuras nubes grises del norte que iban devorando el añil del cielo eran un engaño, porque las nubes no necesitan comer. Una mentira tan cruenta como era que el día dejaba de ser bueno cuando la tormenta absorbía la luz del sol y dejaba el día gris.
Era incierto el reflejo del agua, o quizás era cierto, pero solo la certeza del reflejo, una ilusión óptica más. Eso pensó el irascible tipo mientras observaba su rostro deformarse tras sacudir de un manotazo la superficie de la charca en que se encontraba, descargando la tensión acumulada.
No existían los colores, con que jugaban los indeseables y humanos sentidos animales que nos venían dados al nacer, tan imperfectos y cautivados por luces y sombras.
Pero él parecía seguro de algo real. Él podía reconocerse en tacto y consciencia. Podía hacerlo pero no lo hacía. No estaba seguro de si primero estaba el cuerpo o el conocimiento de tenerlo.
Mientras tanto, no creía en apenas algo, nada de religiones, suerte o destino, ni siquiera creía tan a menudo en sí mismo. Se alimentaba del por qué de todo cuanto veía, del por qué veía, o del por qué se preguntaba por qué y le era tan vital conseguir saberlo.
Pero la tristeza le carcomía después de comprobar que sus semejantes no sentían esa curiosidad, o si la tenían, no luchaban por saciarla. Se sentía fuera de lugar aunque consciente de que siempre ha existido y existe alguien así. Sin embargo, le era demasiado penoso el que todavía, a día de hoy, costara tanto encontrarlo...más allá de los libros.

Y es una soledad tan desolada...