miércoles, 25 de mayo de 2011

Agua para la sed

Volví de lejos por un poco de aquel místico líquido. Lo cierto es que el calor, lluvia y las ventiscas a las que me expuse hasta llegar a la Fuente Confianza, deterioraron mi corteza y, al mismo tiempo, estimularon mi cuerpo para crear otro pellejo nuevo, esto es, uno más sano y fuerte.

¿Qué fue del cazo que eché en la mochila? Me parecería inexcusable decir que lo perdí, fuera por lo que fuese.

Y ahora, a pasitos cortos, llevo entre mis manos, a modo de cuña cerrada, el agua de la Fuente tan preciada. Bajo las terrazas de agosto, para no se evapore, habiendo pasado días debajo de algunos alcornoques en invierno, para reservarla de los agentes naturales, y hasta haberla cubierto con una bolsa para el viento no la fuera a volcar.
Y se me vuelve a derramar, mas no lo veo claro, pero este agua que sin querer distribuyo, ¿a dónde irá a parar? ¿hará bien a alguien?
No me hartaré de hacer el mismo camino las veces que hagan falta. Vendré por este agua hasta que mi vida deje de ser eso, vida. Aunque ahora me he sentado en mitad del camino para arrepentir mis manos temblorosas de esta ingenuidad maldita.

Hasta que me levante.


He cometido errores en mi vida pero, ¿me perdonas si cometo más, si me quedo sin fuerza y sin bromas, o pensarás que llego tarde, que mi mundo arde, y que haciéndome el valiente fui cobarde?

martes, 3 de mayo de 2011

Nada especial

Ese tipo de insignificancias como que no cancelas tus planes a pesar de estar cayendo una lluvia colateral llevada por un viento desatado. Sí, esa lluvia que invierte paraguas y que llena la calzada de riachuelos por los que, como mínimo, un coche, al sobrepasarlos, veloz, cerca de la acera por la que discurres, te regala un simpático chapuzón. Gajes del oficio para un peatón sin carnet ni coche que conducir con el que aislarte del exterior mientras te desplazas.

Pues sí, lo piensas y está bien. Habituados al buen tiempo y a la comodidad (que causa la costumbre del mismo), hoy es un día sin ningún suceso importante hasta que te paras a analizarlo y das con que quizás no le hayas visto esa relevancia que realmente sí ha tenido.

La debilidad se alimenta de dejadez y conformismo. Pero lo siento, amiga Bohemia, tenía que salir de casa. Y un día gris, triste, frío e incómodo como me lo ha parecido, no ha podido con mi voluntad.



Stand up!