viernes, 1 de febrero de 2013

Sueños de ensueño

Hay sueños extremadamente estimulantes, conmovedores.
Suelo olvidar todos mis sueños justo en esos instantes que van desde que paro el despertador, me calzo y voy al baño o a hacerme el zumo. Y son muy pocos los que siguen en mi memoria caché por el resto de ese día.
Hoy he tenido un sueño en el que me ha sorprendido el qué, cómo y con quién. Me tengo que autocensurar porque me parece íntimo en demasía, pero no me deja tan indiferente como para no dejar por aquí reseña del mismo.
Me parece bonita la vida cuando las metas son estimulantes, vistas con calma desde mi ventana particular, desde la óptica más soñadora. Porque luego viene la óptica realista y la pesimista. Que a todo dan ese barnizado agrio y amarillento, sin olvidar que a su vez ello permite darle más solidez a la percepción de nuestras acciones cuyo fin último siempre será aquel maravillado sueño del que no nos despegamos ni a riesgo de que, una vez conseguido, ya esté obsoleto, prescrito.