jueves, 16 de diciembre de 2010

Renacer

Algunos días no sé a qué viene esa pesadumbrez; cómo durmiendo diez horas se puede estar tan apagado. Otros, como ahora mismo, habiendo dormido ayer cinco horas escasas, me acomodo a las 3:00 de la madrugada y me echo en la cama, cuando descubro que los párpados están ligeros y la córnea está totalmente empapada. No hay indicio de sueño (ojalá eso durase todos los días). Se me fijan los ojos al techo, pero como si no hubiera techo: están viendo más allá, o al menos, más acá, dentro de mi cabeza. Huyo del silencio nocturno, y me dejo invadir por variada música, que me encauza muchos de los pensamientos que previamente habían extasiado, justo al echarme en la cama, y que se encontraban muy difusos y dispersos entre sí. De repente, siento el deseo ferviente de calentar un poco de leche, y tomármela con unas galletas. Me apetecía. Me debería de temer, por dejarme llevar por los deseos que me conforman. Pero no me temo. Es más, me creo. Fuera de tópicos de dejarse llevar, y demás frases hechas, creo que en este momento es el instante exacto que más placeres he conseguido disfrutar de mi vida y siento que a medida que ceda a ello, mi felicidad se incrementará. Hubo un tiempo de restricciones, de condiciones. No me arrepiento, de hecho, me componen. Sin embargo, este es tiempo de sentimientos, de ideas y lánguidas ilusiones, proyectos de pasión y vuelos muy irracionales, pero sumamente renovadores. Época cúspide para ser yo mismo más que nunca. De fluir suavemente entre bellas personas y mejores corazones. De quebrantar todo sinónimo de una cadena y ayudar a comprender esta visión. De saber lo que uno puede y lo que debería hacer para conseguir poder. A parte de quererlo.

Tengo infinidad de suspensos en mi vida académica. Pero nadie da pan por buenas notas a nivel emocional, a nivel personal o social. No me darán de comer las notas personales, ¡no! Pero sí consiguen hacerme la persona más feliz del mundo en noches como esta. Yo sé que estas felicidades que parten de una base tan frágil, son efímeras, pero ¿en qué patrón a seguir se explica la forma de conseguir incrementar la felicidad, en el de la sensatez? Hay muchos textos que hablan de amor y felicidad. Está claro, hablan de cómo sentir o entender su concepto de amor y cómo alcanzar su modelo de felicidad. Algunos de estos ejemplares son muy recomendables. Otros, denunciables. Pensar que hay oportunistas que aprovechan la curiosidad que desprenden dichas dulces palabras para manipularlas y vender ideas religiosas o el mero hecho de apoyarse en ellas...me rocían ácido sulfúrico a la vista, a la sensibilidad. Intentan maniatar mi conocimiento, mi sentimiento. Mi libertad. No. Para mí la libertad es mucho más que una creencia. Es, simplemente, otra manera de respirar. Y respirar, no requiere nada (excepto las cantidades de oxígeno y demás gases y sustancias químicas que de por sí ya habitan en la Tierra cuando llegamos). Nacemos sabiendo hacerlo. De lo que se trata es de no aceptar que te coloquen una bolsa de plástico en la cabeza. Unas veces transparente, otras semi, y las demás totalmente opacas. En todas sus formas de coacción (te dejen ver o no), el plástico complica la respiración, por faltar las condiciones mínimas de oxígeno, de vida. Terminando ahogado, a pesar de que mientras te vas ahogando, puedes ver a través, te puedes conformar. A veces, son otra persona o personas quienes te ponen la bolsa. Y nadie es quien para vulnerar las condiciones mínimas de vida de otro ser que no sea él mismo.

Nos tenemos en demasiada estima, a nosotros mismos y a nuestras éticas y dogmas. Tal vez nos tomamos muy en serio la vida, cuando lo único real de ella es que no sabes por qué naces tú y no otro, y que algún día moriremos, sí o sí. ¿De verdad aspiras a vivir eternamente? Un meteorito bien fundado, acabaría hasta con la última copia de best seller clásico. Somos cero con respecto a la inmensidad del universo. Aunque cero consciente. Por eso, vivo. Pero no entiendo más formas de vida, que la vida ilusionada, la vida en constante evolución, inocente, crítica, intensa, tolerante, comprensible y radiante (cualquiera que sea el hecho que te haga sentir la vida de tal forma), esta vida de esta noche, de estos magnos días y la incertidumbre que aún me queda por recibir de los venideros. La vida realmente libre.


La vida que no es libre, no es vida. Sí, bueno, sí lo es. Pero lo será para otra persona, para todo el mundo, o sólo para unos cuantos. Para mí, no.


¿Quién dijo que el libertinaje no podía ser positivo?

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