sábado, 20 de noviembre de 2010

Cautivo de algo más que una mirada

Por qué miras con dolor, con miedo...¿No ves que estoy yo aquí, a vuelo vivo, esperando a que saltes y vueles conmigo?. Entonces si consciente, tú, ¿por qué me miras con sigilo, si reverberas las lágrimas, de tus silenciados, sutilmente, hondos aullidos?. Mas yo lo entiendo, que eso le ocurre a cualquiera. Que uno basta levite un poco y ya desea posarse en la ramilla de un holmo, o de un haya...mientras no sea un olivo. ¿Y qué queda de los que posados ya olvidan cómo se volaba, se parten en dos y se intercambian mutuamente por no soportar la belleza de la libertad...o del libertinaje, qué más da? Miraron la confianza y no la igualdad. Envidiaron materia y vaciáronse de esencia. Ya no me quiero parar más, un día la muerte lo hará por mí, para qué dar sin amar y sentir sin recibir, víctimas de un cura, un altar, de un bodrio civil. Este sendero flotante me brinda todo lugar al que ir. Claro que descanso, y me distraigo, por lo que también juego, y tomo un respiro. Y no es motivo tal, ese, para que yo olvide volar. Inyecciones de autoestima, sí, averigüé la fórmula y ahora ya no dependo de nadie. Bueno sí, de la memoria. Un día padeceré de amnesia y, entonces, ¿estarás tú (o tú, o cualquiera de todas vosotras, miradas fugitivas) para inyectarme ese autoestima, esa alegría que es vida y en su ausencia, triste, sin mueca sonriente, es dolorida muerte?

No sabías que portabas afilados cuchillos, y te me clavabas, punzante. Y tú no quieras entrar tan profundo, que te puede doler, empero entraste, no sé por qué. Me cogías del sombrero y permitías me sumiera bajo sí. Y todo fue oscuro, todo fue sombra y seguiste a la ofensiva y te llevaste mi sombrero con demasiada prisa. No pude evitar me embelesaras. Como Oliverio Girondo esculpió, Basta que alguien me piense para ser un recuerdo, tú eres ya recuerdo en mí.

Perdona que insista, una mirada de una extraña nunca puede decirte certezas. Pero cuánto cambian las cosas cuando la que te fija es conocida...aunque sea un poco. ¿Por qué me dabas esa extraña sinceridad? Parecía como si ya me hubieras pensado, como si verme no fuera ya lo importante. También pude leerte que necesitas calor, y que, por tu manera de atravesarme, parecía que yo fuera el sol elegido. Sin embargo, eras sincera pero insegura. ¿Qué miedo, no? Otra persona, otra potencial decepción...¡O, no! Insegura más inseguro igual a inseguridad total, ¡vamos, juguemos a nacer de nuevo cada día!, que lo pasen bien con sus tradiciones y sus costumbres, su ética y moral, su ley y su patria...Pero que a nosotros nos importe nada el qué dirán esas ovejas y sus pastores...

Me encanta la verdad. Lo malo de ello es que nunca hay descanso. Pues es como caer en un mundo de agua nada más, nadando constantemente, o sólo flotando para no ahogarse. El mito dice que sólo nadando se encontrará la isla única, la del elixir de la certeza absoluta, que te permite el estado de seguridad y descanso eterno. Aunque mi realidad discrepa en esto. Que la inestabilidad de ese mundo es diaria, y nunca sabes al cien por cien nada. Por ello, a mí esa isla me importa un pito y expando mi nihilismo conforme voy madurando. Quede claro que no es que no me guste nadar, sino que nado por el placer de hacerlo, sin pretender llegar a aquella isla concreta; creyendo dirigirme a cien islas ciertos días y, otros, en cambio, hacia ningún lugar, flotando sin más. Es un problema este mito, por aquellos quienes creen haber encontrado dicha isla, algunos muy pronto, otros una vez han envejecido, tarde.

Dicho esto último, pues son ellos los culpables de algunas de las más inhumanas imposiciones dogmáticas del mundo real, dividiré en dos esas exigencias. Directas (pringas sí o sí): dictaduras, casi erradicadas; por medio del lado oscuro de la misma democracia; incluso algunas familias de determinadas etnias. E indirectas (pringas si quieres, en principio) : enfoques inadecuados (de forma dolosa, negligente o voluntaria) adoptados por las organizaciones que buscan intercambiar bienes o servicios con el cliente (me refiero al enfoque de producto, al enfoque de producción, al enfoque de ventas y al enfoque de marketing, exceptuando el enfoque de marketing social) al que, a menudo, consiguen cegar; las modas; las religiones; ciertos aristócratas de confederaciones políticas de Estados, bancos centrales, o multinacionales; la propia sociedad y sus costumbres; la globalización interesada; quienes manejan, por no decir: (des) controlan, los mercados bursátiles y las finanzas; etc.

Seamos prácticos y sigamos por las ramas. Cuando aquel cazador, que decía Russell, pregunte desesperado si he visto en qué dirección vi huir aquel zorro que tanto ansiaba abatir. Entonces yo le engañaré, seré la mentira más profana, que cuando lleve de horas buscando sin éxito en su empresa recapacite si la mejor solución era aniquilar el inocente animal, y en su camino sintiese necesaria una pregunta que iluminara un camino erróneo, oscuro por naturaleza, que conmigo no se iba a iluminar, ni con paga...una decisión penosa, impulsiva, que deja ganar la partida al animal que llevamos en los genes, que pudo ser superado usando la razón, no solo en las cuestiones que nos interesan, si no en todo, y con tanta objetividad como nuestro subjetivismo nos permita. Pero a ese cazador le divierte y es su afición. Quizás era un licenciado, o un catedrático, sin embargo, qué significaban sus títulos, si luego pisaba tanta inteligencia derramada en algo tan simple, pero tan despiadado. Hombres dementes. Celosos embrutecidos, se creen reconocidos para otorgar posesión y propiedad. Establecer sus límites e imponer las fronteras. Así, viven para cercar sus respectivas. Y ellas, pobres, se sienten queridas tan solo con ver como el nuevo vallado del último aniversario, es del color de moda, del material más caro. El más seguro. Tienen su estética la ingenuidad y la ignorancia, me diréis que no...

Cínico, virtuoso no por su buen parecer, obtuso, de inteligencia no explotada (común en todas las generaciones jóvenes, a mi parecer), me gusta regalar mis letras. Como el sol regala un buen día iluminado, y las nubes no vienen para condenarlo, y el viento no trae esencia gramínea y el mar me quiera hacer más suyo si me niego a nadarlo.

[No haya confusión, ese "tú" es como el "you" del inglés, según el contexto será una, o son varias personas. Pero aquí, en mi ventana al cibermundo, siempre es para una multitud, aunque siempre a una, más que a la otra, llegando a ser totalmente una, o incluso aun ninguna].

No habrá confusión, esta vez no. Porque tú, si no hoy, mañana sabrás que aquí te dibujé, a mi manera, parecida a tu recuerdo en mi memoria. Esta vez creo que me dejaré llevar, sin vallas, sin ramas, sin materia, al menos mientras no sea necesario. Y que no lo sea nunca.


Donde dije "digo"...

1 comentario:

  1. Bien que haces regalándo tus letras. No creo que buscar la isla sea algo erróneo, lo erróneo es obsesionarse con ello, lo ideal es que el motivo de esa búsqueda sea el combustible que mueve tus piernas al nadar

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