martes, 26 de octubre de 2010

Frío

Esta semana no apetece hacer nada. Hoy no he cumplido con mis deberes, ni ayer del todo. Cuándo sí. Estar todo el día con ganas de garabatear y llegar a casa encender el PC y...¿? Nada. Todo el día viendo ideas provocativas flotando y llegar al teclado sin calor en las manos, sin nada qué decir por no haber hecho nada de lo que debí o no haberlo escrito allí en el momento exacto en que las vi.

Y se acumulan los deberes, y desaparecen las ideas acumuladas.

Ese frío se apodera del cuerpo tras insensibilizar las extremidades.
Algo hace presión desde adentro del cráneo hacia fuera, en la zona de las sienes. Es insoportable.
La nariz inflada y los orificios dejan fluir, como un liso tobogán, gotas de pena y debilidad.
Será porque se avecinan buenos tiempos, que requieren una nariz más fuerte. ¿Más?
Pero es incómoda la sensación de congestión nasal. Las fosas nasales están sacando líquido del manantial de la tristeza, ¿será de los ojos empapados, del picor que los consume? provocan para que lo seque. Pero cuando te suenas se bloquea, se tapona la salida del fluido, imposible respirar por la nariz entonces, por lo que respiras mediante la boca, notas la faringe debilitarse y la mucosa va desapareciendo hasta que, sí, faringitis, y cuida de que no sea aguda. Y empieza un incómodo dolor de cabeza a coger vida, a pedirte descanso, comida simple y digestiva, agua mineral, sueño...mucho sueño...y, ya tumbado, se te viene a la cabeza todo lo que no escribiste, intentas levantarte pero no puedes, estás prisionero de las nubes grises, del viento fino transparente que te cala, que susurra desde el hueco de la ventana y silva con esa soledad tan propia. Tu cuerpo pesa demasiado y ya no lo controlas. El techo te da vueltas, o sólo tu mente que tantas imágenes te evoca hasta que nace de nuevo la conciencia y rompe el espejo que las reflejaba permitiendo dar un bote hacia la ventana y cerrarla. No olvides los pañuelos. Ya sabes lo que jode sentir ese picor al notar caer de la nariz esa gota que no cesa, ese cosquilleo provocador, los estornudos infinitos y el dolor de cabeza. Ojalá no pase de ahí al picor de garganta, con respiración al son de pitos y flautas.

Y de repente, sueño.

Ya está, es él quien te está matando. El aire, cosa que nunca poseerás, que no tocarás mientras que él a ti sí, que te puede traspasar hasta los huesos y el alma y, de hecho, lo hace siempre que sales en vano a su búsqueda.

Es la impotencia de cada día, el peso que soporta tu espalda y que te relentiza. ¿Es el viento? Tal vez no.

Tú lo decides. Te curas descansando en la cama, con tus sueños o, simplemente, viviendo en la imaginación. Después de estos días de pochaera, sabrán de mi sonrisa sin complejos, de mis deliberaciones ecuánimes, desde los humanos que me rodean, hasta los pájaros y los árboles.

Mientras el viento, el mar, el sol del otoño hasta el invierno no pararán de buscarme las cosquillas hasta me vuelva a confiar, a dejarme llevar mientras disfruto de la tristeza, derramando de nuevo tantas lágrimas del manantial curado únicamente por el descanso, inactividad y mucho soñar. Repararán los sueños del descanso la enfermedad.

Y se repite la espiral.

2 comentarios:

  1. ¿Qué es viento? Aire en movimiento, no frío o calor, ¿Qué es viento? Viento soy yo, una sílfide inquieta, por favor no temas.

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  2. Estoy algo ausente últimamente, a ver si me pongo a actualizar el blog.

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